26 de octubre de 2020

Vamos al grano

 

En buena parte, me frustra saber que ya está todo escrito, por otro lado, también es verdad, que me hace sentir más humanidad y menos soledad. Manamos de la excepcionalidad desde una edad prematura y crecemos con una pequeña mentira – no hablo de cuentos populares -, algo como una necesidad que te subordina psicológicamente, una dosis de fe en uno mismo que forja la personalidad - a fuego vivo -.

Muchas horas de clase de biología repitiendo que el ser humano es una especie social, sexual y racional - entre otras manías primates - antes de estudiar el sistema inmunológico no me hicieron pensar más allá en esta dirección, pero llegada una etapa en la vida, el hombre sabio sabio decide si merece la pena explotar ese raciocinio que la evolución le ha dado - aunque mis inclinaciones religiosas sean opuestas a esta idea - o si, por el contrario, prefiere explotar granos - no tengo nada en contra de esta práctica - y hablar sin saber sobre un tema - contra esta sí -.

La razón que nos lleva a actuar está ligada a la sociedad - todos queremos ser honorables hidalgos -, ya que la conducta tiene una base genérica con variedad de vertientes. Una pequeña persona que se ve motivada - por valores señeros - a ser alguien con simples disertaciones como tú puedes cambiar el mundo tiende a alcanzar todo tipo de ambiciones, condicionadas por su capacidad intelectual - y su economía -. El problema es cuando el pálpito de crecimiento cerebral enfoca la palabra en vez de la palabra mundo - recuerda que eres un ser social - para suscitar el egocentrismo y victimismo - te crees un sol literal y figuradamente -.

Todo aquel que busque una vida extrovertida debe tener una lista de prioridades donde el yo no diste demasiado de comunidad - solidaridad si nos ponemos caritativos -, pero tener claro que no se es único y no por ello se es menos humano - serías más humano en realidad, por ser menos distinto-. Somos parte de un idealismo narcisista que nos hace ver la vida real difusa, pides a los demás que entreguen su vida sin disposición de entregar la tuya - eres una secta emocional -, pero la armonía vital es abonanzar las inseguridades que originan esa tempestad de sentimientos - sin que salga el sol que comentaba antes -.

Supongo que después de estudiar una ingeniería, dar clases de sociología no es mi objetivo fundamental - porque no sé nada -, pero siendo un ser humano tengo alguna idea de lo que es pertenecer a este grupo antropomorfo, así que, si me disculpáis, voy a quitarme unas espinillas.

Entradas populares