6 de febrero de 2024

Congestión emocional (I)

Con el intento de dar una bocanada al aire me despierto en mitad de la noche. Busco a tientas un pañuelo y casi desespero en su buscada. Tengo las fosas nasales totalmente atascadas, el bloqueo se eleva como si me sostuviera los sesos. Con la luz tamizada por la persiana consigo ubicar finalmente una servilleta, pero una silueta oscura la retira unos centímetros para que no la alcance sin levantarme. 

Pongo los pies en el suelo y me levanto tan despacio que la propia sábana ni se percata de lo que acaba de pasar. Tengo miedo, pero también curiosidad y estoy empezando a notar un picor en la nariz que hace que me urja más conseguir ese cacho de papel. Busco la cara de esa presencia y no termino de percibir su contorno, en este momento no veo nada. La angustia me recorre el estómago y asciende hasta mis cuerdas vocales, no voy a gritar, solo necesito abrir la boca para poder expulsarla lento. Siento la necesidad de suspirar, pero este maldito atasco no me deja.

Avanzo despacio, como si tuviera que despegar mis pies muy poco a poco de cada azulejo y agarro la servilleta. Entonces la misma mano de antes me sostiene la muñeca cuidadosamente, con una primera mirada podría decir que solo es una sombra, pero la noto sobre y bajo mi piel. Congestionada, atrapada y casi en la penumbra me asemejo más a una estatua que a la persona que se ha ido a dormir hace unas horas.




5 de junio de 2022

Derrumbe

 Después de cierto periodo de indecisión, he lanzado una escalera de mi tez al pecho. Trato de hacer entrar en razón las entretelas de mi pulsar, ya que aquí arriba se contempla todo más nítido. Dicen que no suben y que de más esfuerzos no quieren oir ni rumores. En un exiguo despliegue mantienen mi existencia sin desovillarse.

Me planteo bajar dejando inerme cualquier otro juicio y eso hago. Empieza la contienda, la exposición al viento de un millar de argumentos aparentemente inteligibles, claros y evidentes. Explícale que deje de querer, y no por un instante, que evapore cualquier vetusta pasión, que haga desvanecer cualquier precedente alusión. Explícale que se cobija en una realidad inexistente que ya no pertenece al presente y que mañana tampoco habrá ni aromas ni palabras ni ternura. Explícaselo y pierde el tiempo.

La fachada de una batalla en ciernes es endeble, como una cascada de rocas disgregadas que comienza a derrumbarse con el curso del río. Un derrumbe trágico que solo en los sueños lo detiene la esperanza, aunque ya solo quede hacerse a un lado y a su debido tiempo rearmarse.



18 de octubre de 2021

Caos congénito y dogma cultivo

 Invadida por un sentimiento insular sobrenado a contracorriente, sin esfuerzo. Avance o retroceso a través del afluente. Rítmico, sonoro y reconfortantemente monótono, el sonido del curso intercepta toda escucha decelerando mi pálpito. En una quietud inverosímil disgrego las nubes con la mirada, pero sin reconvertirlas, pues sublevadas las hojas se superponen y aclaman su lugar en el cielo. No alcanzan y descienden, lábiles y resginadas, hasta pulsar el agua tensa. Invadidas por un sentimiento insular sobrenadan a contracorriente, sin esfuerzo, conmigo.



26 de octubre de 2020

Vamos al grano

 

En buena parte, me frustra saber que ya está todo escrito, por otro lado, también es verdad, que me hace sentir más humanidad y menos soledad. Manamos de la excepcionalidad desde una edad prematura y crecemos con una pequeña mentira – no hablo de cuentos populares -, algo como una necesidad que te subordina psicológicamente, una dosis de fe en uno mismo que forja la personalidad - a fuego vivo -.

Muchas horas de clase de biología repitiendo que el ser humano es una especie social, sexual y racional - entre otras manías primates - antes de estudiar el sistema inmunológico no me hicieron pensar más allá en esta dirección, pero llegada una etapa en la vida, el hombre sabio sabio decide si merece la pena explotar ese raciocinio que la evolución le ha dado - aunque mis inclinaciones religiosas sean opuestas a esta idea - o si, por el contrario, prefiere explotar granos - no tengo nada en contra de esta práctica - y hablar sin saber sobre un tema - contra esta sí -.

La razón que nos lleva a actuar está ligada a la sociedad - todos queremos ser honorables hidalgos -, ya que la conducta tiene una base genérica con variedad de vertientes. Una pequeña persona que se ve motivada - por valores señeros - a ser alguien con simples disertaciones como tú puedes cambiar el mundo tiende a alcanzar todo tipo de ambiciones, condicionadas por su capacidad intelectual - y su economía -. El problema es cuando el pálpito de crecimiento cerebral enfoca la palabra en vez de la palabra mundo - recuerda que eres un ser social - para suscitar el egocentrismo y victimismo - te crees un sol literal y figuradamente -.

Todo aquel que busque una vida extrovertida debe tener una lista de prioridades donde el yo no diste demasiado de comunidad - solidaridad si nos ponemos caritativos -, pero tener claro que no se es único y no por ello se es menos humano - serías más humano en realidad, por ser menos distinto-. Somos parte de un idealismo narcisista que nos hace ver la vida real difusa, pides a los demás que entreguen su vida sin disposición de entregar la tuya - eres una secta emocional -, pero la armonía vital es abonanzar las inseguridades que originan esa tempestad de sentimientos - sin que salga el sol que comentaba antes -.

Supongo que después de estudiar una ingeniería, dar clases de sociología no es mi objetivo fundamental - porque no sé nada -, pero siendo un ser humano tengo alguna idea de lo que es pertenecer a este grupo antropomorfo, así que, si me disculpáis, voy a quitarme unas espinillas.

Entradas populares