15 de diciembre de 2013

¿Merece la pena sonreír?

Adornar tus labios con una sonrisa que ni el más feo de los pintalabios podría estropear. Me costó comprender que no hay sonrisa que después de perdida se pueda recuperar, por ello hacer que no la pierdas nunca, que permanezca en ti. Ese rasgo tan alegre es solo sonreír.
Hacer que los demás se fijen y como una enfermedad, contegiarles de gravedad de esa amplia sonrisa que no perderás jamás. Invadir este mundo de sonrisas robadas y alguna prestada, pero hacer que ninguna se pierda y menos por rencor. Dejarla de herencia, tatuártela en el corazón, dibujarla en un cuadro, jamás abandonarla en el corredor...
Y así, epidemia de sonrisas desde aquí hasta donde se yo, dejando a un lado todo aquello que no merece preocupación.


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