7 de enero de 2014

Expresos

Bienvenido a la estación de tu vida donde los trenes circulan sin horarios y los pasajeros no llevan billete. Tú no controlas los trenes ni eliges los vagones, cuando menos te lo esperas alguien en tu vida coge un tren y ya no vuelve. Otros esperan sentados a que llegue un tren que les lleve y te das cuenta de que no tardarán en irse. Luego están los que tienen reservada una taquilla y aunque a veces cojan un tren sabes que volverán porque dejaron allí una parte de ellos. A veces pasa un tren que se lleva a los pasajeros más ancianos, y de vez en cuando alguno que no lo es tanto, este tren circula con fuerza y araña las vías, y cuando se va deja a su paso un humo que nubla toda la estación.
Y de repente llega un día en el que te fijas en ese extraña persona con sombrero y gabardina, justo al lado de las taquillas, haces memoria y te das cuenta de que siempre estuvo allí, y no sabes porque pero algo te dice que ese banco lleva su nombre grabado y aunque un día se levante y coja un tren siempre quedará tallado su nombre en tu estación.


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